viernes, 4 de enero de 2013

La chica de la ventana

Noche tras noche, Layla se sienta en el ancho alfeizar de la ventana. Observa la luna, que está en cuarto creciente, y le recuerda a una sonrisa maliciosa, una sonrisa que ella nunca tendría.
Oye como un gato callejero maulla en la calle, y no puede resistir la tentación de bajar a ver qué ocurre. Se pone una bata azul sobre su camisón blanco y unas zapatillas de estar en casa con forma de oso polar y baja los 2 pisos hasta llegar a la calle, sin olvidar las llaves.
Llega al portal de su casa, donde hay un silencio sepulcral y con temor, abre la vieja puerta metálica que separaba las casas de la calle.
Fuera del recinto, encuentra un gato perfectamente negro de ojos menta maullando a la luna; Layla no puede evitar soltar una expresión de alivio al ver que no le ocurre nada al felino; pero el gato la oye y, asustado, la ataca.
Sin que nadie pudiera eviarlo, el gato la deja malherida, en el frío suelo de la calle nocturna, sin que nadie oyese sus gritos desesperados de auxilio. Tras eso, el gato de aleja; lentamente, su pelo desaparece, el gato se agranda, hasta volverse un apuesto joven de cabello negro, vestido con ropa victoriana y con orejas de gato suaves y peludas; y mientras se lame las patas llenas de sangre de la joven adolescente, susurra:
-Hasta pronto, Layla
A la mañana siguiente, la joven despierta en su cama, como si nada hubiera ocurrido, como si una maldición la obligase vivir ese día una y otra vez.
~FIN~

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