sábado, 5 de enero de 2013

Paseo nocturno

Era un sábado por la noche, y como de costumbre, los jovenes salían de botellón. En los parques no faltaban los jovenes borrachos, que trataban de ligar con el cigarro en una mano y la botella en la otra. Pero como en todo grupo de adolescentes había una pareja que no probaba gota de alcohol ni probaba calada. Semana tras semana, esos dos jovenes se sienten apartados, y no pueden evitar que malgastan su futuro: estudiar durante media vida para poder tener un empleo y comprar cosas para vivir bien, pero, ¿cuándo podrían disfrutar de la vida? Parecía que la única función de esos personajes era ayudarles a llegar a casa sin problemas como accidentes de tráfico, comas etílicos, secuestros o cualquier problema que podría haber.
Se me olvidaba presentar a la pareja. Un chico alto, de pelo moreno claro y ojos castaños, bastante tímido pero realmente muy pícaro, además de un mal estudiante; y una chica bajita de pelo corto negro, con unos ojos azul mar, sin demasiadas curvas, aun más tímida que el joven moreno y algo pervertida, pero una estudiante de notas sobresalientes. Tras acompañar a los "amigos" borrachos a sus respectivas casas, el apuesto joven acompañaba a la chiquilla a su casa, ya que un hombre solo por la calle no corre tanto riesgo como una mujer.
No tardaron demasiado en llegar al hogar de la estudiante. Tras agradecerle la compañía a su amigo, se dispuso a meter la llave en la cerradura para así poder abrir el portal, pero el chico la agarró de la muñeca. Le miró a los ojos con una mirada dulce y a la vez malvada y la alejó del portal dandole un tirón, cogiendola entre sus brazos. Le dio un abrazo fuerte y protector por primera vez desde que se conocieron una de esas noches locas meses antes. Entonces, se separó un poco para verle los ojos de nuevo. Unos preciosos ojos azul marino que le alejaban de las preocupaciones cada vez que los veía.
Sin dudarlo, el joven le besó apasionadamente a la muchacha, quien se sorprendio tanto que no pudo moverse, un largo beso bajo la escasa luz de la luna apenas visible ya que estaba en la última fase decreciente. En cuanto dejó de besarla, la soltó. La chica reaccionó y empezó a llorar con unas pocas lágrimas y le dio una bofetada a su ya no tan amigo. Su llanto se volvió más fuerte y dijo histerica con un hilo de voz:
-Confiaba en ti.... y ahora me besas pensando que te amo- se frotó los ojos con la manga izquierda y continuó con su charla desesperada-. ¿No se te ocurrió que solo pidiendome salir habría aceptado? Todo mi respeto hacia ti se ha esfumado con ese beso- y tras decir esto, abrió la puerta rápido, entró en el portal y subió la escalera corriendo, llorando desesperadamente mientras el muchacho se lamentaba por ese beso que nunca debio dar.
~FIN~

viernes, 4 de enero de 2013

La chica de la ventana

Noche tras noche, Layla se sienta en el ancho alfeizar de la ventana. Observa la luna, que está en cuarto creciente, y le recuerda a una sonrisa maliciosa, una sonrisa que ella nunca tendría.
Oye como un gato callejero maulla en la calle, y no puede resistir la tentación de bajar a ver qué ocurre. Se pone una bata azul sobre su camisón blanco y unas zapatillas de estar en casa con forma de oso polar y baja los 2 pisos hasta llegar a la calle, sin olvidar las llaves.
Llega al portal de su casa, donde hay un silencio sepulcral y con temor, abre la vieja puerta metálica que separaba las casas de la calle.
Fuera del recinto, encuentra un gato perfectamente negro de ojos menta maullando a la luna; Layla no puede evitar soltar una expresión de alivio al ver que no le ocurre nada al felino; pero el gato la oye y, asustado, la ataca.
Sin que nadie pudiera eviarlo, el gato la deja malherida, en el frío suelo de la calle nocturna, sin que nadie oyese sus gritos desesperados de auxilio. Tras eso, el gato de aleja; lentamente, su pelo desaparece, el gato se agranda, hasta volverse un apuesto joven de cabello negro, vestido con ropa victoriana y con orejas de gato suaves y peludas; y mientras se lame las patas llenas de sangre de la joven adolescente, susurra:
-Hasta pronto, Layla
A la mañana siguiente, la joven despierta en su cama, como si nada hubiera ocurrido, como si una maldición la obligase vivir ese día una y otra vez.
~FIN~